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jueves, 21 de abril de 2011
Chávez: "En la Venezuela Bolivariana, no tenemos desplazados, ni paramilitares ni bases militares"
Chávez: "En la Venezuela Bolivariana, no tenemos desplazados, ni paramilitares ni bases militares"
escrito por Hugo Chávez Frías
Hugo Chávez, describió con toda firmeza lo que significa la actitud beligerante del gobierno colombiano, contra Venezuela Bolivariana.
Caracas, agosto 1ero - En sus Líneas de este domingo el Presidente de la
República, Hugo Chávez, se refirió al tema del conflicto colombiano que
intenta generar una situación belica en la región, sobre todo con Venezuela.
El presidente Chávez recordó al mundo que en Venezuela no tenemos ni
sindicalistas asesinados, ni desplazados, ni fuerzas insurgentes a lo largo
y ancho del país; no tenemos grupos paramilitares, ni importantes
extensiones de tierra al servicio de la producción de drogas, ni bases
militares estadounidenses, ni fosas comunes ahítas de cadáveres. También
señaló que nadie puede ignorar que estos sí son elementos definitorios de la
realidad colombiana.
Estas son las Líneas de Chávez de este 1ero de agosto:
¡56!
A lo largo de toda esta semana, hemos estado combatiendo activamente por la
paz. Nos hemos fijado un objetivo supremo: detener la locura guerrerista que
se ha apoderado de la Casa de Nariño, impedir que el Gobierno lacayo de
Uribe, ya de salida, perpetre su último y más nefando crimen: arrastrar a un
conflicto bélico a dos pueblos que se saben y se sienten hermanos en
Bolívar.
Estamos reivindicando para el pueblo colombiano el mismo derecho que
reivindicamos para nuestro pueblo y para todos los pueblos de Nuestra
América: el derecho de vivir en paz, al que le cantara con tanta fuerza y
tanta belleza el gran trovador chileno Víctor Jara.
Lamentablemente, el horrible saldo que deja el indigno inquilino de la Casa
de Nariño no es otro que este: la exacerbación de la violencia que durante
más de 60 años ha definido el doloroso devenir histórico de Colombia.
Devenir doloroso y trágico que sintetizan estas palabras del gran pensador
colombiano Renán Vega Cantor: "Si se hiciera un minuto de silencio por cada
uno de los muertos, torturados y desaparecidos en los últimos 60 años en
Colombia, tendríamos que permanecer callados 2 años continuos".
Sirvan estas reflexiones, entonces, para entender la gravedad de lo que está
aconteciendo entre Venezuela y Colombia y para poner en tinta firme nuestra
resuelta voluntad política. El dilema está entre las palabras o los
proyectiles, es decir, entre llevar a la mesa de diálogo de los pueblos del
Sur el ejercicio voluntarioso por la paz o mantener en la región un ambiente
de confrontación con una elevada peligrosidad bélica.
No se trata ni siquiera de la vieja controversia discriminatoria del siglo
XIX, que oponía civilización y barbarie. Se trata, en esta coyuntura, de
otro tipo de polaridad: sensatez y prudencia políticas versus irracionalidad
y violencia militaristas. Ya sabemos, ante esta disyuntiva, de qué lado ha
estado el Gobierno de Colombia en los últimos ocho años.
No sólo basta constatar los altos índices de violencia que padece el noble
pueblo colombiano, producto de una crisis interna de la cual sólo el
Gobierno de Uribe Vélez es responsable; también hemos podido corroborar, a
través de los medios, el carácter pandillista de la gestualidad y las
inflexiones verbales, por no hablar de los contenidos mentirosos, de los
representantes uribistas en la arena diplomática internacional. Ambos
aspectos son, sin duda, consecuencia de una idéntica causa: su apuesta a la
agresión permanente como estrategia de Estado para resolver los problemas
que aquejan a la sociedad colombiana.
Debe entender el pueblo colombiano, que en la Venezuela bolivariana no
tenemos ni sindicalistas asesinados, ni desplazados, ni fuerzas insurgentes
a lo largo y ancho del país; no tenemos grupos paramilitares, ni importantes
extensiones de tierra al servicio de la producción de drogas, ni bases
militares estadounidenses, ni fosas comunes ahítas de cadáveres. Nadie puede
ignorar que estos sí son elementos definitorios de la realidad colombiana.
El camino que transita Venezuela es otro bien distinto, aún en medio de las
dificultades y de lo que todavía nos resta conquistar. Aquí estamos
avanzando hacia una sociedad más justa, más igualitaria y más incluyente en
paz y apegados al espíritu y a la letra de nuestra Constitución.
Nos preocupa la comparsa de Uribe bailando los últimos compases de una
música que suena desde el Norte, pero, más allá de la preocupación, lo que
no podemos permitir los soberanos y dignos países que compartimos este lado
del mundo, bajo ningún respecto, es esta nueva escalada que pretende
extender el Plan Colombia fuera del territorio colombiano. No olvidemos que
así fue concebido por el Imperio, contando con el servilismo de la Casa de
Nariño.
Pacientes, intensos y laboriosos han sido nuestros esfuerzos en levantar, en
todo este escenario, las banderas de la paz. Ese ha sido el propósito de la
gira suramericana de nuestro dignísimo canciller Nicolás Maduro esta semana
y el de nuestra comparecencia el jueves pasado en Quito, a la Cumbre de
Cancilleres de Unasur, reunida, conviene recordarlo, a solicitud de
Venezuela. A esta Cumbre asistimos, como lo hemos hecho siempre, a fomentar
el diálogo, el entendimiento y la convivencia pacífica.
No desmayaremos en nuestro empeño por conquistar unas relaciones decentes y
respetuosas, por más que del otro lado de la frontera nos sigan tendiendo
celadas. Nos acompaña nuestro grande y admirable pueblo, que ha estado
movilizándose durante todos estos días en apoyo a la Revolución.
Decía el Apóstol José Martí con su raigal sencillez: "El porvenir es de la
paz". Irremediablemente, la suerte de Colombia, de tanto amor que le
tenemos, nos duele a todos y todos tendríamos que sumar la mejor de nuestras
voluntades para que halle definitivamente una paz duradera y confiable.
Esperamos que el nuevo Gobierno de Colombia entienda que no nos anima otro
interés ni otro deseo.
Hoy quiero reiterar el llamado que, desde hace ya algún tiempo, le he hecho
a las fuerzas insurgentes de Colombia de buscar las sendas hacia la paz. Sé
que son sendas complejas y difíciles pero valen la pena: se trata de una
gesta por la vida y la dignidad de las colombianas y los colombianos.
Voy a recordar, una vez más, el verbo del padre Libertador como fuente de
inspiración: "La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza,
mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo".
II
Comienza el mes de agosto: el miércoles 25 arrancará la campaña electoral,
rumbo a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre. Estamos ante una
batalla política tan trascendental como decisiva para la Revolución
Bolivariana. De los esfuerzos que hagamos, desde ya, dependerá la victoria
que necesitamos: una victoria que debe ser aplastante porque está en juego
la suerte de nuestra Revolución y la vida misma de la Patria.
A partir de la ruptura total de relaciones diplomáticas con el Gobierno de
Uribe Vélez, esa cosa que llaman "oposición" ha vuelto a demostrar su
verdadera cara, esto es, su consecuente falta de patriotismo. Venezuela ha
sido agredida y todos sus voceros hacen causa común con el agresor desde sus
cloacas mediáticas. Con las dignas excepciones del gobernador de Nueva
Esparta, Morel Rodríguez, y de Leopoldo Puchi, la "oposición" ha demostrado
cuán presta está a traicionar a la Patria. Por eso mismo, a esta canalla hay
que cerrarle el paso hacia la Asamblea Nacional. Más aún: hay que barrerla
el 26 de septiembre de 2010.
Ya nuestras fuerzas se están desplegando para la batalla, siguiendo las
instrucciones del Comando Bolívar 200: las 35 mil 500 patrullas del PSUV
estarán reunidas este fin de semana en igual número de asambleas para
proceder a la distribución de las electoras y electoras por cada mesa de
votación.
Desde el punto de vista estratégico, cada patrullero debe trabajar a 10
electores: una estrategia que ya funcionó, con rotundo éxito, en el
referendo que de revocatorio se convirtió en reafirmatorio el 15 de agosto
de 2004.
Entre el 2 y el 14 de agosto va a iniciarse propiamente el despliegue, a
través de una dinámica de contacto directo: hombre a hombre, mujer a mujer.
Toca a cada patrullero desarrollar al máximo su capacidad de persuasión para
generar conciencia: persuadiendo, argumentado, propiciando el propio
convencimiento de cada elector y electora.
Hago un nuevo llamado a la unidad, a la más perfecta, de cara a esta batalla
decisiva: abandonemos, dentro y fuera del PSUV, cualquier diferencia
adjetiva y concentremos toda nuestra inteligencia y nuestros esfuerzos para
triunfar el 26 de septiembre, conquistando el punto de partida para el
ejercicio del pueblo legislador.
III
La Generación de Oro ha vuelto a colmar de gloria a Venezuela: el pasado
jueves batimos nuestro propio récord histórico en los Juegos
Centroamericanos y del Caribe. El triunfo de Régulo Carmona en las anillas
dentro de la competencia de gimnasia, nos dio la presea dorada 109 en
Mayagüez, dejando atrás la cosecha de 108 obtenida en San Salvador 2002.
Venezuela se ha posicionado firmemente en el segundo lugar. Sin embargo,
independientemente de cómo termine el cuadro final de esta edición de los
Centroamericanos, la Generación de Oro, la Generación Bicentenaria, ha
demostrado de lo que es capaz; son las hijas y los hijos de Bolívar
encarnando su legado de grandeza.
Mientras tanto, entre batalla y batalla, cumplí 56 años. Quiero agradecer
cuántos mensajes de tanta gente querida. Entre la hermosa avalancha que me
estremece de humildad, comparto con ustedes estas sublimes líneas de mi
María Bonita: "Los días seguirán pasando, y con ellos los años. Nosotros
seguiremos luchando, y nuestros corazones palpitando, y nuestros ojos
mirando. Y caminando, caminando, siempre, siempre soñando, y eternamente
batallando, vamos a seguir ganando.
Hoy, deseo que todas las estrellas del universo brillen para ti, y que sigas
cumpliendo y viviendo tus años, y regando con tu amor y con tu luz, todo a
tu paso.
Yo, como siempre y desde siempre, aquí, allá, en cualquier rincón y en todo
instante, de tu alma de gigante, me sigo enamorando."
¡Ay mi Dios, ay mi niña, ay mis niños!
Gracias por tanto amor...
Gracias por tanta vida...
Digo con el poeta: ¡Confieso que he vivido!
Canto con la cantora:
"Gracias a la vida
que me ha dado tanto
me ha dado la risa
y me ha dado el llanto."
Sí, mi niña: "Vamos a seguir ganando."
¡Ganaremos, pues!
¡¡Venceremos, por nuestros hijos, por nuestras hijas!!
Jaime Bateman Cayon un profeta de la paz, luchador inacansable, enamorado del mar.